Casi dos millones de niños en España están sin pediatra de Atención Primaria

Más de 1,9 millones de niños en España —casi uno de cada tres menores de 14 años— no tienen pediatra asignado en su centro de salud, según datos recientes de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). Esta cifra representa un crecimiento de más de 360.000 casos desde 2018 y evidencia una carencia estructural que afecta de forma desigual a todo el territorio nacional.

Además, dentro de ese grupo, se calcula que más de 600.000 niños ni siquiera cuentan con un médico asignado —ni pediatra ni médico de familia— lo que agrava aún más el problema de acceso a la atención sanitaria básica.

¿Por qué se ha producido este grave déficit?

  1. Déficit de plazas en primaria y sobredimensionamiento hospitalarioEn los últimos 14 años, las plazas hospitalarias de pediatría han crecido un 36 %, mientras que las dedicadas a Atención Primaria se han mantenido estancadas, reflejando un claro desequilibrio organizativo.
  2. Formación MIR centralizada en hospitales. El 93 % de la formación médica especializada en pediatría se imparte en entornos hospitalarios, y solo el 25 % de los residentes eligen finalmente trabajar en Atención Primaria, lo que dificulta la reposición en los centros de salud.
  3. Condiciones laborales difíciles. Turnos extensos, carga asistencial elevada y falta de incentivos han generado una pérdida de atractivo hacia la pediatría en Atención Primaria para las nuevas generaciones.
  4. Desigualdad territorial en cobertura. Comunidades como Castilla-La Mancha, Andalucía o Murcia presentan déficit superiores al 40 – 50 % de plazas vacantes, mientras que Cantabria y Aragón se encuentran en mejores condiciones.

¿Qué está en juego? Riesgos para la infancia y sistema

  • Acceso desigual a atención pediátrica: más de 600.000 niños quedan sin referente médico alguno, lo que viola su derecho a una asistencia básica.
  • Sobrecarga del sistema hospitalario y urgencias: al desviar casos desde Atención Primaria, los hospitales se sobrecargan y el sistema pierde eficiencia.
  • Retraso en diagnósticos y atención: sin seguimiento adecuado, incluso patologías comunes pueden complicarse.

¿Qué está haciendo el sistema para corregir la situación?

  • En enero de 2025, seis sociedades médicas firmaron un manifiesto conjunto, advirtiendo que ninguna comunidad garantiza atención pediátrica al 100 %.
  • Se han demandado medidas urgentes como el incremento de plazas MIR en Atención Primaria, mejoras laborales y planes de recursos humanos.
  • El Gobierno, junto con comunidades, han impulsado acuerdos para mejorar la atención temprana infantil, aunque centrados en menores de seis años y otros aspectos del sistema, pero no específicamente en pediatría de primaria

¿Qué pueden hacer las familias y profesionales?

  • Detectar y comunicar la carencia de pediatra: es fundamental que las familias sean conscientes y exijan su derecho a una asistencia especializada.
  • Implicación profesional: los pediatras y facultativos deben participar en propuestas y estrategias que incentiven su incorporación a AP.
  • Presión social y movilización: iniciativas como concentraciones ciudadanas (ej. en Madrid) exigen soluciones urgentes para zonas con alto déficit

Conclusión

El déficit de más de 1,9 millones de niños sin pediatra de Atención Primaria es una realidad alarmante que compromete la salud infantil. La falta de planificación, los desequilibrios en la formación y el desinterés estructural han agravado el problema.

Es urgente:

  • Redefinir políticas de oferta y distribución de plazas,
  • Incentivar la incorporación a primaria,
  • Y garantizar que todo niño tenga acceso a atención pediátrica desde su centro de salud.

Porque cuidar la infancia es cuidar el futuro colectivo.

En este contexto de sobrecarga y déficit estructural, la protección del ejercicio profesional resulta más importante que nunca. En RC Sanitaria trabajamos cada día con pediatras y médicos de familia que enfrentan este tipo de situaciones, ofreciéndoles cobertura jurídica y tranquilidad en su práctica diaria, también en entornos de atención primaria con recursos limitados.

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